miércoles, 2 de octubre de 2019

Despertar agridulce

El sonido de la arena cayendo me despierta. Me incorporo y tardo unos segundos en que mis ojos se acostumbren a la luz de la luna que entra por la ventana. No me puedo creer lo que veo. En la mesita de noche que hay junto a mi lado de la cama se encuentra un reloj de arena, pero eso no es lo que me hace pegar un brinco. Hay alguien junto a mí, de pies, mirándome. Juraría que es... Es imposible. Me froto los ojos con fuerza .      

—Soy yo, el capullo que te hizo la vida imposible a bordo del Angelique. ¿Me has echado de menos?

Jared. Tengo que estar alucinando. Estiro la mano y, como si me leyera el pensamiento, me acerca el brazo. Le noto, noto su tacto.

—Soy real. Ya sabes lo que dicen, con la luna llena todo es posible.

–Las lunas llenas deshacen los hechizos. Jared, tú no estás hechizado, estás muerto.

Decirlo en voz alta duele.

—Sea como sea, estoy aquí.

Señala con la cabeza a Nadim, que está dormido junto a mí.

–¿Estás cuidando de él?

Asiento con la cabeza. Aunque tengo la sensación de que me cuida más él de lo que le cuido yo.

—Todavía te llora. Eras su hermano y te ha perdido. ¿Sabes lo que es perder a un hermano por segunda vez?

Agacha la cabeza . Casi se podría decir que se está emocionando.

—Lo conozco mejor que nadie y sé que es fuerte. Quiero que le digas una cosa: yo estoy en paz. Por fin me he podido reencontrar con mi madre y ya no tengo esa rabia que me consumía por dentro. Soy feliz y quiero vosotros también lo seáis. Me tenéis que dejar ir. Sé que con Nadim estáis en buenas manos.

Por un momento no le reconozco. ¿Dónde está el Jared burdo e insoportable? Es cruel pensarlo, pero cualquiera diría que le ha venido bien morir. Suspiro.

—Con el tiempo quizás, todavía es pronto... Pareces otro.

—No digas gilipolleces, soy el mismo que conociste.

Sonrío, nunca me había alegrado tanto de escuchar algo así.

—Confía en mí, lo superaréis. Nadim ahora tiene por lo que luchar y tú no eres la persona cobarde que creía en un primer instante.

Una luz brillante proveniente de Jared me hace cerrar los ojos. Cuando los abro ya no está. ¿Ha sido real? ¿Realmente he hablado con un fantasma? Seguro que ha sido un sueño... Algo en la estancia llama mi atención y es que el reloj de arena sigue ahí, con toda la arena ya en la parte de abajo. Lo cojo.

—Te lo prometo, seguiremos adelante. Pero nunca te olvidaremos— Susurro en mitad de la noche.

sábado, 20 de enero de 2018

Enero 1 #OrigiReto2018

Por fin traigo el primer relato de los #OrigiReto2018 Os los enlaces con información sobre el reto por si os interesa: http://plumakatty.blogspot.com.es/2017/12/origireto-creativo-2018-juguemos.html?m=1
http://nosoyadictaaloslibros.blogspot.com.es/2017/12/reto-de-escritura-2018-origireto.html?m=1
En esta ocasión he elegido el número 4.

4. Escribe un relato en el que el protagonista se convierta en un asesino.

Mi vida se ha vuelto una espiral de acontecimientos absurdos que lo único que provocan es que no tenga ganas de seguir adelante y mi padre no mejora las cosas. Ese hombre solo grita y cuando alguien osa contradecirle en lo más mínimo echa fuego por los ojos y eleva la voz todavía más, si es que eso es posible.

Incluso ahora recuerdo el día en que le eché en cara su comportamiento. Le dije que no nos trataba bien, le dije que maltrataba psicólogicamente a mi madre, le dije que nosotras estaríamos mejor sin él. Ese día, literalmente, se transformó en un monstruo: su expresión se desfiguró y, sin esperármelo, su mano chocó contra mi cara. Recuerdo como salí de casa, dispuesta a denunciarle pero sin el valor suficiente. Me pasé horas sentada en frente de la comisaría, deseando reunir el coraje suficiente. Pero antes de que esto pasara, él vino a recogerme. No sabía como se había enterado de que estaba allí, pero no quería irme con él. Juro que no quería, pero se puso a llorar y a pedirme perdón. ¿Cómo no iba a perdonar a mi propio padre? ¿Cómo no iba a perdonar al que me había dado la vida? Así que lo hice, le perdoné. Por eso ahora, mientras veo como llora mi madre, me digo que es culpa mía. Si hubiese entrado en esa comisaría esto no estuviese pasando.

Hago lo que siempre hago en esta situación desde ese día, me encierro en mi cuarto y me echo a llorar.

Alguien llama a mi puerto y doy un respingo. La abro, no sin antes limpiarme las lágrimas con la manga, y lo que veo no mejora la situación. Mi madre, con una sonrisa fingida y con los ojos hinchados,e mira directamente.

-¿Puedo pasar?- Me pregunta, vacilando.

Le hago un gesto con la mano y ella entra. Estoy a punto de creer que se echará a llorar pero, rápidamente, se vuelve a recomponer y habla entrecortadamente:

-Lo he estado pensando y es mejor que te vayas una temporada a la casa de tu tía.

Sus palabras me duelen, se me clavan en el corazón y me impiden respirar.

Hablo desde el dolor y la rabia acumulada:

-¿Para que ese monstruo pueda hacer contigo lo que quiera? No pienso irme sin ti. Vámonos las dos, si nos quedamos más te acabará matando y lo sabes.

No sé si le pillo por sorpresa o realmente está tan engañada como para pensar que lo estoy exagerando pero su expresión me rompe el corazón.

-Es tu padre y te quiere, nos quiere. No vuelvas a decir algo así nunca más.

Otro día hubiese aceptado dejar el tema de lado y fingir que no pasa nada. Pero mis ojos se topan con una marca en su brazo. Se nota que la ha intentado disimular pero aún así se ve. Por un momento no entiendo lo que eso significa pero pronto la rabia se apodera de mi.

Sin decirle ni una palabra salgo de mi cuarto, siento que me sigue.

-¿Qué vas a hacer? ¡Detente!

Me sigue hablando pero yo ya no la escucho. Solo sé que me encuentro en la cocina, sin un plan, cogiendo el cuchillo más afilado que tenemos.

De repente, ese tipo que se hace pasar por mi padre entra por la puerta y me mira:

-¿Se supone que tengo que tener miedo?

Se ríe y se acerca y me sonríe.

Esperaba, al menos, ver una súplica en sus ojos pero lo único que veo es diversión. Y eso hace que mi rabia aumente, que mi ira se multiplique.

-Te voy a borrar esa maldita sonrisa, como tu te encargas de hacer con mi madre. Pero con una diferencia, tú no te levantarás después.

Veo todo borroso, la cabeza me da vueltas. Aún así, me adelanto, con el cuchillo en alto, y lo hundo con todas mis fuerzas.

El chillo de mi madre rompe la noche y estoy a punto de intentar tranquilizarla cuando veo la sangre brotando.

El cuchillo sobresale del pecho de mi madre y veo como se desploma.

Me rompo, caigo de rodillas, tiemblo.

-Al final has acabado tú con su vida. ¿Has visto la cara de horror que le has causado?

Mi padre se ríe.

Lloro, lloro por mi madre, lloro porque ha decidido salvar a un malnacido antes que vivir.

Recupero el cuchillo del cuerpo sin vida de mi madre. Cuando lo levanto y lo hundo una y otra vez en el monstruo no lo pienso, descargo todo lo que pueda quedar dentro de mí en cada puñalada.

Al final paro porque no me quedan más fuerzas, acabo llena de sangre.

-Ríete ahora, ríete ahora que estoy bañada en tu sangre, ríete ahora que no podrás volver a tocar a mi madre...

El dolor vuelve más intenso que nunca al mencionar a mi madre. Ella no se merecía esto, se merecía algo mejor y yo se lo he arrebatado.

Decido que lo justo es que yo no siga adelante, ya que mi madre no puede hacerlo, y le prendo fuego a las cortinas de toda la casa.

Por último, me tumbo en el sofá y de lo último que soy consciente es de que él no ha ganado.